Monday, June 07, 2010


Mañana se cumplen 200 años del nacimiento de Robert Schumann (1810-1856), uno de los representantes más destacados del romanticismo alemán en la música. Contemporáneo de Félix Mendelssohn, Chopin y Liszt, Schumann sufrió aún siendo jóven una lesión en un dedo de la mano que le apartó de la escena concertística, pudiendo dedicarse plenamente a la composición (¡por suerte!), terreno en el cual dejó obras de una belleza fascinante. Aunque soy melómano incondicional y aficionado al conocimiento íntegro de la obra de los autores que admiro, creo que al menos 2 de las obras de Schumann son de obligado conocimiento para toda persona amante del arte o con curiosidad, su concierto para piano en La menor y el ciclo de canciones Dichterliebe; ambas se encuentran en mi opinión entre lo mejor del repertorio romántico.
A un nivel extramusical es notorio que Schumann que acabó sus días en un sanatorio mental sufriendo alucinaciones auditivas progresivas, probablemente a causa de las secuelas de una sífilis avanzada (aunque existen otras hipótesis), hasta el punto en el que perdió toda capacidad para distinguir realidad de ficción. Contaba que algunas de sus últimas obras le eran dictadas por compositores ya fallecidos que le hablaban desde la tumba.
Antes de sufrir este deterioro progresivo que lo llevó a la tumba con 46 años, Schumann fue un brillante crítico musical de su época, y dejó algunos sabios consejos para todo músico en vías de aprendizaje, algunos de los cuales quiero compartir con ustedes:

Profundízate temprano en las leyes fundamentales de la armonía.
Procura llegar a comprender la música escrita, sin ejecutarla: con solo leerla.
Cuando toques, no te preocupes de quienes te escuchan; pero si, ejecuta siempre como si te escuchara un maestro.
Progresando en el arte, trata de familiarizarte más con las partituras que con los virtuosos.
Entre tus compañeros, debes preferir siempre a los que saben más que tú.
Diligencia y perseverancia son los factores más importantes del progreso.